Dicen que el sufrimiento inspira,

que la sangre lacerada

galopante en las venas empapa el alma

Que las condenas en el corazón arden

y de su hoguera nace la llama que tizna,

retuerce y quema la carne ajeada;

hasta que todo se vuelve cenizas.

Que si la humedad de las lágrimas

atraviesa el fulgor de los versos

 resplandece un colorido espectro de luz

Que los pasos ambulantes de una mujer

dejan retazos de poemas en su estela,

Y que tras ella las piedras resentidas

se vuelven gemas preciosas.

Que del vacío del aire brotan sinfonías

que hacen eco en la vana soledad.

Que la piel envenenada de recuerdos

 en cada poro encuentra un reto al olvido

Pero, en mis manos la lírica se tornó casto cuento,

Partieron las palabras de un desértico muelle

y naufragan solitarias en el mar muerto.

Han perdido la cadencia en busca de un norte,

el silencio las aturdió ante tanto desconsuelo.

Vagan mudas y sin nombres,

un estallido de nieve en sus ojos, las esterilizó