Eternidad
Qué es la eternidad si no el bostezo de la espera, ese suspiro
agrio y sediento de la antesala ante los escombros en la puerta de salida. Qué es la eternidad si no una lágrima, una gota minúscula que rueda como la bruma sobre
olas; silenciosa y cautiva, solitaria, repetitiva. Qué es si no una sonrisa, una
mueca descarada frente al cosquilleo de tus manos delicadas sobre las mías.
Qué es la eternidad si no el conteo infinito de constantes pestañeos
que despeinan el polen a caballo del tiempo. Un comienzo, cuyo final iterativo es
un prólogo de otro renglón en cero, sucesivo, inacabable, perfecto como la circunferencia
de una alianza sin su dueño-
Qué es la eternidad si no una palma con su telaraña de destinos
inacabados, cruzados como ríos, tejidos como enjambre de cristal. Un cuerpo deshabitado
levitando en su inmortalidad desnudo de recuerdos, cerraduras y pasado. Huérfano,
sin dueño que lo amarre de la cintura como horca abraza al cuello.
Qué es la eternidad si no dibujarte en el aire con mis dedos y
verte mirarme y raptar tus lunares, bailar con tu lengua y reír con tu aliento.
Qué es la eternidad si no una realidad oculta tras la crisálida
del umbral de lo- inverosímil. El infinito conteo de palabras contra el diccionario
reveladas, el sonido de un gesto multiplicado por los ecos que duermen en los espejos.
El parangón de la lucha por los anhelos, la esperanza de resucitar de un corazón
muerto.
Qué es la eternidad si no un sueño, un sueño dormido palpable
que en el presente, de un futuro enraizado en el mágico pasado ideal. Qué es la
eternidad si no la mezcla del agua, el azúcar y la sal, el río, la arena y la lava,
el cielo, el mar y la niebla, el arco iris, la oscuridad.
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