Y llega el lunes, prólogo paradójico de una comedia. Martes, inerte como la roca. Miércoles, velero a la deriva en medio del mar. Jueves santo para los santuarios, furtivo para los amantes. Viernes, vigilia; sábado zaguán.
Y el domingo... el domingo vuelve como un Mesías resucitado, diáfano y febril. Es el día en que las margaritas dan el sí, cuando las hogueras profanas arden y del cáliz aflora la fruta prohibida. Se chocan dos almas presas de sus cuerpos, pecado procaz.
En su afán de volar, el paraíso los echa como a un ebrio de un bar, las aduanas de los altares los deportan. El ascensor cae cuesta abajo del cielo al purgatorio, pero no les importa, ellos ríen como locos en desvarío como si la llama en sus venas enfriara la furia. De un suspiro apagan las constelaciones y en la oscuridad desnudos ven de nuevo la semana marchar abrazados a su higuera...
No hay comentarios:
Publicar un comentario