Tengo estos huesos hechos a las penas
y a las cavilaciones estas sienes
penas a romper las pieles vienen
como el aire las fortalezas ajenas.
Tú suspiro el instante quiebra,
mendigo en la ciudad de los placeres.
Respiración que habita en los vaivenes
del la residencia del olvido ajena.
Los axiomas suicidas en mi mente
contra el umbral de lo imposile chocan,
dispersos como cristales candentes
Aunarse ellos en tus fronteras buscan,
fundirse en tus cicatrices ardientes
y así, vivos, morir en tu volcán.
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